En todas las orquestas hay un eje central invisible que va de la parte delantera a la trasera: del director al timbalero y viceversa. Sus movimientos son similares, ambos marcan el ritmo a su manera. Pero mientras que los golpes del director permanecen inaudibles, los precisos golpes de los timbales mantienen unida a toda una orquesta sin que los demás músicos vean al timbalero. La magia de la interpretación orquestal.
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