En 1936 Poulenc comenzó a crear los tonos más sombríos y austeros de la religión después de volver a su fe católica. El "Salve Regina" fue uno de los dos motetes que Poulenc compuso en 1941, el otro fue el "Exultate Deo". El escenario es exclamatorio y triunfal, alternando entre la imitación estricta y la homofonía asertiva.