Como su título indica, esta obra está escrita siguiendo de algún modo los clichés armónico-estilísticos de la música de Debussy, sobre todo en el primer movimiento. Estructurada en tres movimientos Allegro-Adagio-Allegro brillante, esta composición recoge fielmente la personalidad, por una parte ligera y electrizante y por otra parte cálida y expresiva de un instrumento tan “bipolar” como la flauta travesera.